Hijo de patrias enemigas, nacido en medio oriente pero criado en el occidente más abrumador, Jem Cohen no puede ser definido ni por su nacionalidad ni por el conjunto de su obra; cada uno de sus trabajos se distingue dentro de una filmografía donde lo predominante no es un formato sino la mezcla de varios, además de la ruptura entre los dos grandes géneros de la creación audiovisual y la adaptación de todo esto al registro de un concierto, una película de largometraje o un videoclip.
En el uso de unos espacios y la restricción para usar otros, se encuentra una poderosa arma de expresión para este cineasta. Obsesionado con la arquitectura urbana, desde la trinchera del transeúnte, Cohen valora los espacios individuales, anónimos (también denominados "no lugares"), como espacios de acción política, entendida como una forma de "hacer el mundo".
Las muestras de su genio aparentan contradicción y paradoja. Alzando el estandarte de sus ideas políticas, siempre desde los recursos sonoros y visuales de su obra, Jem Cohen no accede a formas institucionalizadas de conectar imagénes con música, por ejemplo. Rechaza la idea del videoclip promocional, y se rehúsa a ilustrar la letra de una canción cuando esta es de por sí suficientemente explícita. Para él, basta con apreciar a la banda que toca.
Su percepción distorsionada se cataloga como única. Sus películas inclasificables resultan obras de arte. Sólo los círculos exclusivos y elitistas le otorgan su reconocimiento. Obtiene sus ideas sintiéndose aislado en los sitios públicos. Se manifiesta políticamente desde su trinchera particular.
Así es Jem Cohen, y estará en nuestra ciudad para compartir sus ideas en el Festival de México en el Centro Histórico.
0 comentarios:
Publicar un comentario